Fachada de Azabachería desde San Martin Pinario.
Fachada de Azabachería desde San Martin Pinario.

Fachada de Azabachería

Resumen:

La Fachada de Azabachería debe su nombre a la presencia de artesanos de la piedra negra en esa zona. Esta fachada, la más reciente de las entradas a la catedral, solía ser el destino final de los peregrinos que completaban el Camino Francés. La puerta original, llamada Puerta Francígena, era de estilo románico.

Frente a la Fachada de Azabachería se encontraba la Fons Mirabilis, mencionada detalladamente en el Códice Calixtino, descrita como única en el mundo. Construida en 1122 por el tesorero Bernardo, consistía en una concha de piedra y una columna de bronce con leones que vertían agua de buen sabor, templada en invierno y fresca en verano, sirviendo como fuente de hidratación y aseo para compostelanos y peregrinos antes de ingresar a la basílica.

En la plaza ampliada tras la reconciliación entre los monjes de Pinario y el cabildo de la catedral, se ubicaban los "cambeadores", recordados hoy por los puestos de souvenirs bajo arcos a la derecha de la Fachada de Azabachería. Estos lugares cambiaban moneda para los peregrinos y albergaban vendedores de diversos artículos como conchas, morrales, botas de vino, zapatos y correas.

La fachada románica original, enfocada en representar el ciclo del Génesis, fue demolida entre 1757 y 1759 para dar paso a una nueva construcción liderada inicialmente por Lucas Caaveiro y Clemente Sarela, quienes incorporaron elementos barrocos. Sin embargo, insatisfecho, el cabildo cambió de dirección en 1765, llevando a Domingo Lois Monteagudo a adoptar un estilo más clásico según las directrices de la Real Academia de Bellas Artes. La escultura, marcada por la imagen de la Fe de José Gambino en 1764, reflejó la transición del rococó y el adiós al barroco.


Historia de la Fachada de Azabachería

La fachada norte, comúnmente denominada fachada de la Azabachería por estar en la zona de la ciudad que reunía – aún hoy abundan – los artesanos de esa semipreciosa piedra negra tan característica de Compostela, es la más reciente de las fachadas que abren la catedral a sus visitantes. Meta final de los peregrinos tras culminar el Camino Francés, ofrecía acceso al interior del templo que venían deseando alcanzar. La primitiva portada románica recibió el nombre de Puerta Francígena, y todo en su entorno inmediato estaba destinado a cubrir las primeras necesidades de los peregrinos.

La Corticela a un lado, el palacio de Gelmírez y episcopal al otro, y la  la Carraca, desde San Martín Pinario.
Fachada de la Azabachería. Vista general con la Corticela al lado, el palacio de Gelmírez y episcopal al otro, y la torre de la Carraca, vista desde San Martín Pinario.

Ante la puerta de la Fachada de Azabachería estaba situada la Fons Mirabilis, descrita con detalles en el Códice Calixtino, que “no tiene pareja en todo el mundo”. Formada por una concha de piedra y una columna de bronce rematada por leones de cuyas bocas manaba generoso caudal, la mandó construir el tesorero Bernardo en 1122. Su agua “de buen paladar, templada en invierno y fresca en verano” era bálsamo para la sed e higiene tanto de compostelanos como de peregrinos, que se aseaban aquí antes de acceder a la basílica.

En el centro del claustro está el vaso de piedra que formaba la Fons Mirabilis ante la Puerta Francígena.
En el centro del claustro está el vaso de piedra que formaba la Fons Mirabilis ante la Puerta Francígena. Sus aguas lavaban a peregrinos y saciaban a compostelanos.

En la misma plaza, ensanchada tras la concordia entre los monjes de Pinario y el cabildo de la catedral, estaban situados los “cambeadores”, la ubicación de los cuales aún recuerdan los puestos de souvenirs que se abren bajo arcos a la derecha de la Fachada de Azabachería. En ellos se cambiaba la moneda a los peregrinos para sus gastos en la ciudad y se encontraban también numerosos puestos de vendedores de conchas, morrales, botas de vino, zapatos, correas o cinturones, etc.

Los lóculos a su derecha,tiendas de souvenirs, son los negocios de cambio de moneda aquí ubicados desde la Edad Media
Fachada de la Azabachería. Los lóculos a su derecha, hoy con tiendas de souvenirs, son herederos de los negocios de cambio de moneda aquí ubicados desde la Edad Media

El plan iconográfico de la románica Puerta del Paraíso, también descrito por el Códice Calixtino, giraba entorno al ciclo del Génesis. La creación, Adán y Eva, el Paraíso, el Pecado Original, la Reprensión y su consecuencia, la condena al trabajo para poder vivir; representada ésta por el ciclo de los meses del año con sus tareas y sinsabores, como el frío de febrero en un relieve conservado en el Museo Catedralicio. La primitiva fábrica medieval, muy dañada tras tantos siglos orientada al húmedo norte y por el fuego que la asoló en el siglo XVIII, estaba además “pasada de moda”. Así que entre 1757 y 1759 se aprobó su derribo e inicio de la nueva fachada en un estilo más acorde con los tiempos.

Eran tiempos del tránsito entre el barroco y el neoclasicismo, un cambio de estilo y de autores que marcaría el resultado final de la obra. Lucas Caaveiro inicia la obra ayudado por su colaborador Clemente Sarela. Ambos imprimieron al primer cuerpo y parte del segundo un sabor netamente barroco compostelano; con placas, sobrias columnas y orejeras en los vanos que recuerda a otras obras de la ciudad de este mismo estilo, como San Francisco o Santa María de Conxo.

Pero el cabildo no debía de estar demasiado satisfecho con el aspecto que iba tomando la Fachada de Azabachería.  En 1765, tras reuniones y desencuentros con los maestros de obras, rompió definitivamente con ellos y con el barroco. Pasó a dirigir los trabajos Domingo Lois Monteagudo. Éste, siguiendo las trazas y dictámenes de la cada vez más influyente Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y las de su maestro Ventura Rodríguez, no rompió totalmente con lo ya trazado y construido. Ambos tratan de darle una apariencia más o menos clásica con medallones y trofeos militares, frontones y jarrones acróteros y con un remate a modo de calle única en la que cuatro atlantes sostienen un frontón curvo que sirve de base a un Santiago Peregrino, ante el que se arrodillan los reyes Ordoño II y Alfonso III.

Fachada de la Azabachería. Detalle del Santiago Peregrino que la corona, flanqueado por los reyes Ordoño II y Alfonso III
Fachada de la Azabachería. Detalle del Santiago Peregrino que la corona, flanqueado por los reyes Ordoño II y Alfonso III

El programa escultórico sufrió también importantes transformaciones entre la idea de Lucas Caaveiro y la obra definitiva. De su planteamiento iconográfico subsistió la imagen de la Fe que centra la fachada, de José Gambino. Obra rococó, ésta, con la que la escultura compostelana se despide del barroco, y de su último gran maestro en 1764.

Fachada de la Azabachería. Detalle del Segundo cuerpo con la Fe en su centro
Fachada de la Azabachería. Detalle del Segundo cuerpo con la Fe en su centro